domingo, 16 de noviembre de 2008

Tú, culturízate

Por Mercedes Azurdia

Al admirar la gran y perfecta obra de la naturaleza en el hombre, podemos deducir que su belleza exterior se integra a la majestuosa complejidad de virtudes, pasiones, hechos y deseos físicos y espirituales que éste manifiesta de manera autónoma, libre y voluntaria; y que esta integración lo hace el ser más sublime y completo entre todos los jamás creados.

Para ejemplificar estas sentencias, me gustaría dar luz a mis ideas en personas: Da Vinci. Un inventor, creador, pensador, dibujante, pintor, filósofo, entre otros oficios, puede manifestar la excelencia y perfección de su cuerpo, mente, alma y espíritu, en la realización de obras e ideas que se producen en su interior de manera automática y extraordinaria.

Sus ideas son reflejo de la lucidez, organización y pasión por sus actividades. Él sabe cómo plasmar su complejidad interior en belleza exterior, para que pueda ennoblecer y embellecer más espíritus al reconocer la gran riqueza y esplendor del ser humano en sí.

Y, ¿por qué no? ¿Por qué no ser cómo Da Vinci y sublimar nuestros propósitos y sentidos de vida sobre nosotros mismos? ¿Por qué no aprender a liberar nuestros espíritus y dejarlos que se manifiesten de una mejor manera?

Culturicémonos, embellezcamos, aún más nuestros seres y superémonos a nosotros mismos. Somos el reflejo de Dios, aspiremos a una belleza divina, a una belleza perfecta. Vivamos el día, que será corto. Retoñemos hacia la nueva visión del hombre y cambiemos al mundo con la cultura, el amor, la belleza y las artes.

Crecimiento intelectual


- Alessandra M.



El progreso del ser humano ha sido un proceso que ha llevado millones de años. El hombre no se ha quedado estancado intelectualmente, si no que, por más simples que sean, siempre ha descubierto nuevas tecnologías que permiten su crecimiento y desarrollo intelectual. Pero, ¿cuál ha sido su motivación?, ¿qué es lo que existe en el hombre que le permite crecer intelectualmente?

Desde los inicios del universo han existido seres vivos y seres inanimados. Las diferencias entre ambos son abismales, por ejemplo el automovimiento, la unidad (cohesión entre partes que existe en un él, ya que su separación llevaría a su destrucción), la inmanencia (“permanecer en”, refiriéndose a los efectos internos de las acciones que realiza un ser vivo, la autorrealización (la búsqueda de la perfección)

Dejando estas características por un lado, la razón mas obvia de sus diferencias es el hecho de vivir, “existir con cierta permanencia en un lugar, en un estado o condición”.

La persona humana no es como cualquier otro ser vivo ya que, es participe de la vida intelectiva y de un principio vital fundamental en su existencia: el alma, “forma sustancial del cuerpo”, lo que hace que un cuerpo sea lo que es.


Como su nombre lo indica, la vida intelectiva se fundamenta en el uso del intelecto, es decir, el ejercicio de facultades que ayudan al hombre a que conozca. A la vez, el intelecto hace que la persona esté consciente de que sabe. Por otro lado, el ser humano también conoce sus fines, tanto los ya establecidos, como la felicidad, y otros que pueden ser creados por él mismo, de manera que obra según estos fines con total libertad en sus actos. Sin embargo, los medios que conducen a la persona a su fin no están dados, el hombre tiene la tarea de buscarlos y utilizarlos o no.


Se puede decir que, el crecimiento intelectual del hombre va a depender del ejercicio constante de ciertas facultades para alcanzar el saber, sin embargo, ¿Qué son las facultades? En términos generales, la palabra facultad quiere decir: “aptitud, potencia física o moral”.


No obstante, cuando se habla del intelecto del ser humano, las facultades que se llegan a utilizar son llamadas facultades del alma, es decir, las posibilidades de actuación que el alma de una persona tiene. Esto a través del cuerpo por medio de los sentidos externos, o sea los cinco sentidos que funcionan como las ventanas del alma hacia el mundo exterior.


Por otro lado, de todas las facultades que el ser humano posee existen dos que afectan en el obrar del hombre, es decir, en el uso de la libertad.
Estas dos facultades son la inteligencia y la voluntad. La primera es la facultad espiritual por medio de la cual se conoce. Esta necesita de los sentidos para poder funcionar, ya que a través de estos se captan datos del alrededor y la inteligencia los procesa para tener cierto conocimiento. El acto consiste en pasar de varias verdades sabidas a una verdad nueva que antes se ignoraba. Luego se encuentra la voluntad, la facultad de decidir y ordenar la propia conducta, la gana o deseo de hacer algo.


Ambas facultades, son dependientes entre sí y necesitan ser educadas a lo largo de la vida, para llegar a formar carácter en la persona. De primero se conoce a través de la inteligencia y se tiene un juicio propio de lo ya conocido, es decir, se califica de nocivo o bueno para uno mismo. Luego, es por medio de la voluntad que se decide obrar o no obrar de acuerdo a lo que se conoció.


Nadie nace con el deseo de querer algo determinado por medio de la voluntad, ya que nadie nace con conocimiento alguno, sin embargo, todo ser humano desea por naturaleza ser feliz, ese es su fin último, y por eso, para poder alcanzarlo, la persona humana es un ser perfectible, o sea que es capaz de perfeccionarse a el mismo y de ser perfeccionado por otros, eventualmente autorrealizarse. De aquí surge el concepto de progreso.


El progreso es definido como “avance, adelanto, perfeccionamiento”, algunas veces llega a ser algo subjetivo, ya que para algunos puede que cierta situación sea un avance propio, y para otros, no lo sea.

Puede existir progreso en cualquier ámbito y de cualquier forma. El progreso del ser humano es único y muy importante, ya que muchos de los demás avances van a depender del crecimiento intelectual que tiene el hombre; no obstante, no hay que confundir este término con evolución biológica ni con evolución social.


Por otro lado, se da de manera irregular, es un proceso unilateral y acumulativo, ya que dependerá de las necesidades y objetivos de la sociedad. Más aún, como se había mencionado antes, el termino llega a ser subjetivo muchas veces, esto debido a que no hay criterios establecidos para evaluarlo.


En los inicios de la persona, el hombre no era conocido como un “homo sapiens sapiens”, o sea el humano moderno. Los primeros humanos en habitar la tierra no tenían conocimientos previos a lo que les deparaba el mundo, por lo tanto, no sabían absolutamente nada y se comportaban como salvajes. Fue hasta el período Neolítico, en lo conocido como “Revolución del Neolítico”, en que factores externos, como el clima, el entorno natural y las necesidades de los seres humanos, influyeron para que el hombre fuera capaz de aprovechar los recursos de la naturaleza y transmitir todos esos conocimientos a sus descendientes por medio de su inteligencia, es decir, el crecimiento intelectual.


Existen dos teorías que tratan de explicar la causa de la evolución que hubo en este periodo.


La primera dice que el comportamiento moderno del hombre, fue resultado de una mutación genética o una reorganización biológica del cerebro, lo cual causó cambios súbitos en la manera de pensar, de manera que hay nuevos descubrimientos y nuevas formas de vida.


La segunda teoría niega esta mutación genética y la revolución de pensamiento, en tanto, dice que el comportamiento moderno surgió gracias a la acumulación de conocimientos y habilidades, que llevaron al hombre a un gran avance. En efecto, creo que la revolución del neolítico surgió por las necesidades básicas del hombre, sin embargo fue un proceso de mucho tiempo. El hombre al ser perfectible, con la capacidad de autorrealizarse y poseedor de facultades como la inteligencia, fue acumulando una gran cantidad de conocimientos y habilidades que causaron el crecimiento intelectual.


En conclusión, creo que el avance de la sociedad va de mano con el avance intelectual de los seres humanos. Las necesidades del ser humano han proliferado este progreso, ya que él se ve en la necesidad de buscar respuestas y soluciones, a los problemas que se le han ido presentando a lo largo de la evolución de la tierra, aprendiendo de las experiencias y las situaciones ajenas, con el pleno uso de sus facultades, de la mano de la libertad y la voluntad para realizar las cosas.




Sólo hay algo más triste que desear algo con todas las fuerzas y no tenerlo: desear algo con todas las fuerzas y tenerlo

Oscar Wilde





Nous sommes quatre




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